En nuestro agitado, mundo apresurado de hoy, todos haríamos bien en hacer lo que hace el ermitaño. Paso del ermitaño es lento pero seguro. Toma cada paso con un enfoque deliberado y consciente – sabiendo que cada paso del viaje es una pequeña huella en el panorama más amplio de su camino. Él hace todo de esta manera – cada respiración que toma, cada palabra que habla, cada decisión que toma es un acto deliberado.
Esta es una de las principales fuentes de la sabiduría del ermitaño. Al reconocer que cada uno de nuestros pensamientos y acciones es un ladrillo que utilizamos para construir nuestras vidas, participamos en la creación de nuestra propia realidad. El Ermitaño ha tenido que aprender esta lección por medio de distanciarse del mundo normal, de rutina. Al eliminar a sí mismo de la corriente «normal» del pensamiento social, el Ermitaño es capaz de escuchar las agitaciones internas de su propia intuición y actuar en consecuencia.
De la misma manera, al apagar nuestros teléfonos, apagar los televisores, y quitando a nosotros mismos desde el dique de la charla externa – podemos finalmente escuchar la pequeña voz interior que nos lleva a un terreno más alto.
El Ermitaño camina una fina línea. Al elegir a propósito de alejarse de la sociedad que también corre el riesgo de ser mal interpretado y etiquetado apropiado. Estas etiquetas no le conciernen como su trayectoria de saber espiritual y la sabiduría superior son sus principales preocupaciones.
El camino de la Ermita ciertamente no es para todos, pero todos tenemos partes de nosotros mismos que necesitan un poco de tiempo tranquilo en lo más mínimo.
Cuando los símbolos del ermitaño aparecen en una lectura a menudo se refiere a la necesidad de estar quieto, contemplar, meditar, observar lo que está pasando antes de tomar ninguna otra medida.
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